
Para las mujeres negras, la búsqueda de la identidad no es un camino recto. Es un mapa fragmentado, un collage de historias prestadas y espejos rotos. Si a esa negritud le sumamos la migración, el viaje se vuelve aún más aleccionador, un aprendizaje constante.
Tengo recuerdos claros de mi infancia, cuando me decían que las trenzas eran "para negros". No entendía por qué no podía hacérmelas si, al mirarme al espejo, veía una niña negra. Siempre digo que tuve que llegar a Argentina para abrazar mi negritud y entender todo lo que implicaba reconocerme como una mujer negra. Por eso nacieron los libros de Alelí y, por eso, evolucionó hasta convertirse en el espacio que es hoy: un canal dedicado a la literatura, la cultura y la historia afro. Gracias a Alelí he tenido lecturas extraordinarias, y una de ellas fue Un mapa a la Puerta de no Retorno de Dionne Brand.
El libro de Dionne Brand no es una crónica histórica, es una cartografía poética y disruptiva de la memoria. La autora no solo busca las huellas físicas de las personas esclavizadas en África, sino que se embarca en un viaje para rastrear los traumas que persisten en la mente de la diáspora. Su objetivo es ambicioso y profundamente personal: desmantelar el mito de los orígenes y la idea de que ese pasado se puede borrar. Brand nos enseña que esa "Puerta de no Retorno" no solo existe en la costa de África, sino que se ha manifestado de diversas formas en el lenguaje, la literatura, la publicidad y los movimientos corporales. Para una mujer negra, como yo, esto es crucial. Este libro es un espejo que me permite confrontar el mito de la "democracia racial" enraizado en Latinoamérica, el cual niega la existencia del racismo y oculta el legado de la esclavitud. A través de este texto, Brand nos muestra que la historia no es algo del pasado; es algo que habita en nuestros cuerpos, y por lo tanto, la búsqueda de nuestra identidad es una forma de reclamar esa historia.
Como abogada, entiendo que las consecuencias de la colonización y la esclavitud no se limitan a la historia. Se manifiestan en el presente a través del racismo estructural. Es un sistema que, aunque invisible para muches, dicta quién tiene acceso a la justicia, la educación y la representación. Es un hecho que en muchas legislaciones de la región no se tiene en cuenta la negritud como un factor clave. Si bien hay países que manifiestan en sus constituciones ser pluriculturales, la realidad es que sus discursos públicos y sus políticas reflejan un blanqueamiento sistemático. Mi experiencia como migrante ha reforzado esta percepción. La ciudadanía y la identidad de las personas negras siguen siendo cuestionadas, a menudo relegadas a un segundo plano, como si nuestro lugar en la sociedad fuera provisional o un "no-lugar". Esto se conecta con la idea de Brand de que la "Puerta de no Retorno" es también una locación espiritual. Es una metáfora de la despersonalización y la invisibilización que ha vivido la diáspora. Los fragmentos de historia, las investigaciones líricas y la experiencia no escrita de tantos descendientes, que Dionne Brand recopila, son un contrapunto a la narrativa oficial que siempre minimiza o ignora nuestra existencia.
El viaje introspectivo y literario que propone Brand se entrelaza con las ideas del panafricanismo. Al conectar a autores como Toni Morrison y Aimé Césaire, la autora nos muestra una red de pensamiento que une a la diáspora global. Esta interconexión es una poderosa respuesta al aislamiento y la fragmentación que la esclavitud y el racismo han provocado. Se trata de una exploración de la pertenencia y la no-pertenencia, en la que cada fragmento de la historia —ya sea en la literatura o en la vida cotidiana— es una pieza del rompecabezas de una identidad colectiva. Escribir sobre esto es necesario porque la historia de la diáspora africana sigue siendo negada. Las cifras oficiales son impactantes y reveladoras. El Trans-Atlantic Slave Trade Database estima que más de 12.5 millones de personas fueron capturadas y transportadas desde África hacia las Américas y el Caribe entre el siglo XVI y el XIX. De ellas, aproximadamente 10.7 millones sobrevivieron el viaje. La gran mayoría fueron embarcadas desde puertos de África Occidental Central, como el Puerto de Ouidah, en Benín, y los de la actual Ghana. Es importante nombrar estos datos, porque nos recuerdan que la Puerta de no Retorno no fue un mito, sino una realidad brutal que dio forma a la historia de millones de personas y que aún hoy resuena en nuestra identidad y en nuestras luchas. La crónica de Dionne Brand es un recordatorio de que la colonización no terminó con la independencia. Sus ecos persisten en la forma en que el mundo trata a las personas negras, en cómo nos sentimos con respecto a nuestra identidad, y en cómo la ley a menudo no nos ve. Su libro es un mapa, y mi trabajo en Alelí es mi brújula. Juntos, me han ayudado a transitar de la fragmentación a la construcción de un nuevo sentido de pertenencia.